Nació el 7 de septiembre de 1951 en Córdoba. Antes de su secuestro trabajaba como pintor en la fábrica IKA-Renault, donde empezó a tener una activa participación gremial. Su desempeño como delegado de la planta de pintura y las luchas que condujo junto con otros delegados a favor de los derechos de los trabajadores lo convirtieron en un blanco de la represión. Después de recibir amenazas de muerte, se vio obligado a pasar a la clandestinidad a partir del año 1974. Sin embargo, el 18 de marzo de 1977, rompió los esquemas de seguridad que le habían permitido mantenerse con vida y fue a visitar a su familia; en la madrugada del 19 fue secuestrado por una patota y llevado al CCD La Perla. En abril del mismo año fue llevado al CCD Campo de la Ribera, y de ahí a la cárcel de San Martín; seis meses después, fue puesto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional, sin causa, bajo la carátula “por averiguación de antecedentes”. Finalmente, fue liberado el 25 de octubre de 1978. A pesar de su liberación, siguió amenazado y decidió exiliarse en México con su familia, donde permaneció hasta 1986.
Daniel Carrasco reconoce que sus poemas son el producto exclusivo de un episodio determinado y dramático de su vida. En efecto, compuso a ambos en centros clandestinos de detención: uno en el CCD La Perla en marzo de 1977, y el otro en el CCD Campo de la Ribera en abril de 1977. Al primero no lo pudo pasar a papel en La Perla por falta de material y por las condiciones infrahumanas a las que estaba expuesto, pero sí lo escribió en un papelito en Campo de la Ribera, junto con el segundo. Para el autor, la escritura ha sido generada por el maltrato y el trauma sufrido, que tuvieron consecuencias mucho más allá del CCD, y si no se reivindica escritor, tampoco puede negar que su mente y su cuerpo se dirigieron, en aquel contexto e instintivamente, hacia la escritura.
Los
poemas de Daniel son la ilustración de la imperiosa necesidad de hacer catarsis
en situaciones límite, sin importar el destinatario, ya que él mismo expresó
que no estaban destinados a ser leídos porque le parecía «muy cruel
enviarlos a [su] familia»[1].
De hecho, el método de preservación también demuestra esto en la medida en que
empezó por escribirlos en un papelito en el CCD de la Ribera, pero cuando lo
transfirieron a la cárcel de San Martín, decidió mantenerlos en su memoria.
Recién en libertad los transcribió en papel; por estas razones no se puede
adjuntar aquí ninguna versión original de los dos poemas que se presentan aquí.
También por estas razones es doblemente necesario rescatarlos porque su
existencia demuestra la vital importancia de la poesía que se convierte, en
algunos sitios de muerte, en un inesperado salvavidas.
[1] Dato proporcionado por el autor en una entrevista electrónica realizada el 20 de octubre de 2015.
Poemas