Santiago Amadeo Lucero

Nació el 24 de enero de 1955 en Colonia Bremen, provincia de Córdoba. Antes de su secuestro fue obligado a pasar a la clandestinidad a raíz de su militancia en la Juventud Peronista. Lo secuestraron en marzo de 1978 y lo llevaron al CCD Departamento de Informaciones de la Policía de la Provincia de Córdoba de la calle Mariano Moreno, en la misma ciudad. Después lo llevaron al CCD Casa del Hidráulica, y de ahí al CCD Campo de la Ribera para terminar como rehén en el CCD La Perla. Finalmente, ese mismo año fue legalizado por el Poder Ejecutivo Nacional y transferido a la cárcel de San Martín de Córdoba.

El encierro no desembocó inmediatamente en el despertar de la escritura sino que llegó más tarde, a principios de los 80, cuando las condiciones de encierro ya habían mejorado. Los poemas que se presentan en este archivo, compuestos en la cárcel de San Martín, dan cuenta pues de algunas mejorías en cuanto al material que podían procurarse los detenidos, y de las consecuencias en su ánimo. Los poemas que ha podido escribir Santiago Lucero no nos llegaron, décadas después, en un papel amarillento y roto sino más bien en un papel ligeramente arrugado, blanco, similar a las hojas usadas en las escuelas, como lo podemos observar en las versiones originales. Asimismo, es muy interesante ver que varios de ellos están repetidos, lo que confirma que los poemas carcelarios tenían la vocación de conservarse y, probablemente, transmitirse. Más aún, demuestran la maduración de la vocación poética del autor cuyos textos no son solo el producto de las circunstancias, sino también el de un proceso escriturario que se fue afirmando y confirmando durante su encierro.

El perfecto estado de conservación, junto con el tipo de hoja usado puede provocar en el lector una sensación de cercanía con esos escritos que algún joven de nuestros días hubiera podido escribir. Los poemas de Lucero son muy valiosos por muchas razones, pero en particular porque revelan cómo una cárcel de máxima seguridad como lo fue San Martín ha podido convertirse en lugar de creación, en distintos períodos. Ni la feroz represión de los años 1976 a 1978 esterilizó la creación, ni tampoco los 80, durante los cuales los pocos presos que quedaron tuvieron que vivir con los espectros de los compañeros fusilados y la incertidumbre acerca del destino de todos los que fueron trasladados en masa a las cárceles federales de Buenos Aires y de la Patagonia. En definitiva, si el autor no sabe «si llamar poesía» a su obra, nosotros no dudamos en recibirla como tal y en valorar el hecho de que cada poema nos transmita un aspecto inédito sobre las cárceles argentinas y los que estuvieron alojados allí por razones políticas.

POEMAS