Julio Virginio Gallardo

Nació el 2 de enero de 1950 en Santiago del Estero. Antes de su secuestro trabajaba como técnico en proyectos de riego. A raíz de su militancia en la Agrupación de Lucha Estudiantil, lo detuvieron junto a su mujer embarazada en 1975. Permaneció en la cárcel de Santiago del Estero hasta 1977, momento en que lo transfirieron a la cárcel de La Plata. En 1979 fue  trasladado al penal de Caseros, para volver a ser transferido en 1980 al de La Plata, de donde salió en libertad en 1982.

Julio Gallardo es uno de los poetas que se hicieron en la prisión. De hecho, sus primeras inclinaciones se orientaban más al dibujo que a la poesía. Pero las condiciones lo llevaron a recibir entre sus manos poemarios que, quizás, en otras circunstancias, no hubieran ocasionado el despertar de la escritura. La lectura de grandes poetas españoles lo impulsó pues a componer sus propios versos. Sin buscar el mimetismo, se inspiró de lo más cercano, su vida en la cárcel de La Plata, para escribir, en 1981, un poema en su cuaderno.

Si la producción poética de Julio Gallardo es escasa, es asimismo reveladora de la necesidad de acudir a la palabra poética en situaciones cotidianas vividas en la prisión. El poema que se presenta a continuación es el resultado de lo que él llama un «sentimiento puro canero»[1]. En ese sentido, es ilustrativo de la función testimonial de la poesía carcelaria; nos brinda informaciones clave sobre un día de lluvia: las consecuencias para los presos, las transformaciones del paisaje y, sobre todo, los sentimientos que engendró en él.


[1] Dato proporcionado por el autor en una entrevista personal realizada en Santiago del Estero el 17 de febrero de 2012.

Poemas