Pedro Nolasco Gaetán

Nació el 31 de enero de 1944 en la ciudad de Chilecito, provincia de la Rioja. Pasó su adolescencia en la ciudad de Buenos Aires donde empezó a trabajar y a militar en el gremio de los metalúrgicos hasta integrar las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) en 1968. Avisado de una amenaza de atentado, decidió irse a vivir a Córdoba a finales de 1973 donde continuó su actividad laboral junto con su militancia hasta 1975, año en el que dejó de pertenecer a la estructura de las FAP. A pesar de eso, su activa participación gremial lo llevó a ser secuestrado el 20 de octubre de 1976. Después de despertarse de un coma de 8 días provocado por los cinco tiros que le pegaron en el momento del secuestro, fue llevado al CCD Departamento de Informaciones de la policía de Córdoba (D2) donde permaneció 10 días. Desde ahí, fue llevado a los CCD La Perla y Campo de La Ribera. En diciembre de 1976 pasó a la cárcel de San Martín, pero recién en febrero de 1977 fue legalizado por el Poder Ejecutivo Nacional, y poco después, trasladado a la cárcel de Sierra Chica. En 1979 fue llevado al penal de La Plata, y en 1983 al de Devoto para ser transferido inmediatamente a Rawson. Sufrió el último traslado en 1984 a la prisión de Villa Devoto, de donde salió en libertad en julio del mismo año.

El recorrido carcelario de Pedro Gaetán nos permite imaginar el estado de desorientación física y psicológica que pueden haber sufrido muchos presos políticos durante el periodo dictatorial y, por ende, la gran necesidad de aferrarse a una actividad «reparadora» en la prisión. Sin duda, y nos lo confirman las propias palabras del autor, la escritura ha sido una de las más importantes para «salvaguardar [la] integridad física e intelectual»[1]. Sin embargo, fue paulatinamente que la poesía se fue imponiendo a Pedro Gaetán que supo claramente que no era un privilegio de los letrados.

Los tres poemas que se presentan en este archivo, compuestos en su cuaderno en la cárcel de Sierra Chica entre 1979 y 1980, ponen de manifiesto algunos de los elementos vitales que decidió rescatar y poetizar, para recordar quién y qué lo había formado y le daba la fuerza para mantener clara la mente y sólido el cuerpo. De cada tiro que le pegaron en aquel diciembre de 1976, Pedro Gaetán hizo un poema para demostrar que las balas, si no matan, fortalecen.


[1] Este dato ha sido proporcionado por el autor en una entrevista personal realizada en Córdoba el 18 de noviembre de 2010.

POEMAS