«Rubito»

Quisiera escribir una biografía completa de quien fue el joven «Rubito». Lamentablemente, se desconoce casi todo de su vida: sus orígenes y su destino. Las pocas informaciones que nos llegaron han sido proporcionadas por una de sus compañeras de detención en el CCD La Perla. Gracias a Mirta Iriondo sabemos que estuvo secuestrado entre los meses de mayo y julio de 1977 y se supone que luego fue fusilado. Hoy, en los testimonios, nadie recuerda a este joven y no ha sido buscado por ningún familiar, por lo menos bajo ese apodo; esta es la razón por la que se reducen las posibilidades de identificarlo con exactitud. A pesar de la poca información que tenemos acerca de él, no cabe duda de que los poemas que se presentan aquí son auténticos ya que Mirta Iriondo es quien posee los originales que «Rubito» le entregó personalmente en La Perla. Asimismo, fue quien proporcionó a «Rubito» el material para escribir los poemas, ya que estaba secuestrada desde hacía más tiempo y efectuaba tareas administrativas en condición de mano de obra esclava[1].

¿Qué decir de la relación de Rubito con la escritura? Solo sabemos que sus poemas escritos en papeles sueltos son la única huella que tenemos de él, de su letra, de su escritura, de sus fuentes de inspiración. De hecho, las versiones originales de sus poemas evidencian, por ejemplo, la juventud y la impetuosidad. A diferencia de muchos poemas de la cárcel, los poemas de «Rubito» tienen la característica de contener bastantes tachaduras y abundantes errores de ortografía, como si no hubiese querido o podido tomarse el tiempo para pensarlos dos veces[2]. En realidad, La Perla, donde estuvo secuestrado y desaparecido, no dejaba el tiempo ni para vivir; a pesar de eso, «Rubito» sí lo encontró. Se apropió ansiosamente de los pocos minutos y las pocas horas que le dejaron para escribir poemas que hoy recibimos como su único legado y su ardiente memoria. Pueden haberle destruido el cuerpo, pero no podrán destruir sus versos, deslumbrantes de emoción, de frescura y de vida. Hoy nos toca transmitir sus poemas, como él lo hizo con Mirta Iriondo, y ella con nosotros. Es entonces con un triste alivio que constatamos, una vez más, que la poesía es capaz de trascender la materialidad de los cuerpos y de ir en contra de la voluntad bárbara de aniquilar a un ser humano.


[1] Dato proporcionado por Mirta Iriondo en una entrevista personal realizada en Córdoba el 21 de junio de 2013

[2][2] En efecto, se advertirá una gran cantidad de errores de ortografía. La decisión de reproducirlos puede perturbar la lectura pero, a su vez, al tener muy pocos datos sobre el autor, es necesario reproducir sus textos al idéntico. En ese sentido, son reveladores de las condiciones apremiantes de escritura y del «apuro» que sentía en el momento de la escritura porque comete muchos errores por descuido (omisión de letras, repetición de la misma palabra con varias versiones, etc.). 


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